sábado, 25 de octubre de 2008

ASCENSIÓN AL KILIMANJARO, UMBWE ROUTE EN 4 DÍAS

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A las 10 de la mañana llego al Keys hotel de Moshi el todo terreno que nos subiría a la Umbwe gate a 1900 m de altura, donde comienza nuestra subida a la cima.
Marga, Pablo y Hugo nos despidieron con unos besos. Marga me dijo: “cuida de Miguel”, frase que tenía un sentido amplio que los dos entendíamos.
Todas las rutas comienzan a una altura de unos 1900 m en las diferentes puertas (gate) que corresponden a cada ruta.
Estas puertas son el límite motorizado del Kili, desde aquí a la cima todavía nos quedaban 33 km.
Pero para llegar a Umbwe gate el todoterreno se adentró en una pista de fértil tierra naranja del Kili de unos 15 kilometros. A cada lado de esta pista en constante subida iba apareciendo la vida en las laderas de la montaña, niños jugando en un campo de café, madres cultivando con sus hijos a la espalda, viejecillas cargadas de montones de leña, 7 niños tumbados bajo los plataneros, chozas de madera con ropa tendida, 30 niños jugando un partido de fútbol en pleno bosque tropical, vestidos rojos, verdes y amarillos vistiendo a mujeres guapísimas con cestos en la cabeza, carnes de ganado colgadas de los quicios de la puerta, alfombras de maíz secándose al sol de 40 metros cuadrados por 30 cm de altura, y sobre ellas tres niños pequeños tumbados, abiertas las piernas y brazos mirando al cielo; cinco vacas chepudas guiadas por una niña de 5 años de vestido escarlata y cinta en el pelo azul cielo.
10000 fotos de 10000 colores esperaban ser recogidas y tomadas por esta pista recta e interminable
. Cualquiera de las pistas que conduce a cualquier entrada (gate) a una ruta es una explosión de vida y color como pude comprobar en la bajada por Mweca gate, vi más en esa media hora de trayecto que en muchos días en Tanzania. Muchísima gente viviendo de la parte cultivable del Kilimanjaro antes de llegar al bosque húmedo. En otras condiciones no hubiera dudado de decirle al conductor que hubiera parado dos, tres o siete veces. Pero allí estábamos dirigiéndonos a la aventura más apasionante, cinco nativos, mi hijo Miguel y el que escribe cargados hasta las cejas, y no era el momento, y aunque pensé que ya tendría otro momento de retratar esta dependencia del kili de “las gentes de la montaña”, no tuve a posteriori oportunidad de hacerlo. En fin, estas son algunas de las fotos mentales que siempre se escapan en cada viaje.

Normalmente uno va con el guía y asistente de guía y el cocinero a la misma puerta, que pueden ser Marangu o Machame gate que son las más frecuentes Allí en las propias “puertas” o entradas de ruta es donde se escogen a los porteadores que nos acompañaran entre los muchos que hay. Pero en esta ocasión cuando el coche llego al Keys hotel, ya traía a los porteadores seleccionados. Cuando llegamos a Umbwe gate vimos porqué.
En esta puerta donde se ultimaban los preparativos de la salida, solo estábamos los porteadores, guías, y nosotros dos (mi hijo Miguel y yo), nadie más en esta entrada de ruta. De hecho los dos primeros días no vimos a nadie más en esta ruta.
En esta puerta se rellenan unos formularios con datos personales, para ello hay que llevar fotocopia de pasaporte. Estos formularios y otros que se rellenan en la puerta de salida (Mweca gate) al terminar, sirven entre otras cosas para que te den el diploma acreditativo de haber subido al Kili.
En las puertas o entradas a la ruta había construcciones con servicios y unos encargados de los aspectos burocráticos de cada ruta.
En estas puntos se vigilaba y se pesaban los kilos que un porteador puede llevar, como máximo 25 kilos entre la mochila grande del “escalador” que no debe pasar de 15 kilos y las propias pertenencias del porteador a parte de alimentos generales, bombonas…
Ya dedicaré un capitulo especial a estos increíbles hombres, para mi los verdaderos reyes de la montaña.
Entre las muchas cosas que transportaban había grandes sacos de comida, una bombona con la mitad de altura que una de las bombonas naranjas típicas españolas pero con mayor anchura o diámetro. La verdad es que los pobres porteadores van cargados como burros.

Nuestro guía se llamaba Nuru y resulto ser muy competente y agradable, el asistente de guía se llamaba Nusmun y era parco en palabras, pero siempre que le necesitamos estuvo allí amable y silencioso.
Todos los días empezábamos a caminar con Nuru después del desayuno y luego llegaban los porteadores, cocinero y asistente de guía cargados hasta las cejas.

Nuestro guía Nuru empezó a andar desde Umbwe route y nosotros con el, primero suavemente y luego con un paso más ligero. Miguel y yo entusiasmados de poder empezar al fin nuestra aventura en el majestuoso Kilimanjaro.
Según íbamos andando observábamos asombrados el tupido bosque húmedo o rainforest, densísimo de vegetación tropical, apenas visible e cielo y con tramos de niebla suave.
Grandes árboles de troncos monstruosos se apostaban a lo largo del camino, lianas retorcidas colgaban desde las alturas en los primeros kilómetros, a partir del 3º km la pendiente comenzaba a acentuarse y el camino se convierte en un sendero, a ambos lados de este iban apareciendo helechos de tamaños gigantes, con origen en el periodo Carbonífero de la era Primaria, hace más de 200 millones de años, contemporáneos de los dinosaurios.
Nuru nos enseña algunos monos blancos y negros en lo más alto de los árboles llamados mono Colobus.
Parábamos de vez en cuando para beber agua apenas un minuto. También hicimos una parada de unos 15 minutos para tomar el almuerzo que nos habían entregado en bolsas en Umbwe route. Nuru aprovecha para llamar por teléfono a los porteadores para ver a que distancia nos siguen.
A las 3 horas de marcha vemos a una mujer que baja, cruza unas palabras en swahili con Nuru, este nos cuenta que baja a por 25 litros de agua para llevársela a unos turistas acampados.
Hay que decir que por Umbwe route, el primer día de acampada y parte del segundo no hay agua disponible, por lo que hay que llevarse agua suficiente para este primer día. Nosotros llevábamos nuestras mochilas pequeñas con 6 litros de agua en total, 2 Miguel y 4 yo. Al final nos sobro agua pero por si acaso…
Desde Umbwe route (1800) hasta Barranco Hut (3900) pasando noche en Umbwe Caves, no se tenía acceso a agua, teniendo en cuenta que a Barranco Hut se llega a mediodía del día siguiente, había que aprovisionarse de agua para unas 28 horas.
Miguel, Nuru y yo llegamos muy descansados a este primer campamento (Umbwe caves), a la media hora de llegar llegaron los porteadores, cocinero y asistente de guía. Mientras montaban la tienda Miguel se dedico a subir a unos troncos de árboles plagados de líquenes que trepaban rodeando todo el tronco. Estuvimos un buen rato explorando nuestro primer asentamiento, muy protegido por la densidad de la vegetación.
Enseguida empezó a caer el sol y bajó bastante la temperatura, por o que nos pusimos los plumas. Nusmun, el asistente de guía, nos preparo enseguida un te con palomitas, todo bien colocado en una especie de mantel. Todos los días nos anunciaba el te time u hora del te, que consistía en te o café con palomitas o cacahuetes y unas tostadas con mermelada y mantequilla. Normalmente el te time se separaba de la cena unas 2 o 3 horas, pero dado que la noche estaba al caer, enseguida apareció Nusmun con la cena, una bandeja grandísima llena de arroz blanco hasta arriba con unos cuencos de verdura y salsa al estilo swahili que le daban un gran sabor y otros llenos de carne estofada que a nosotros después e todo el día andando nos pareció a gloria. Para finalizar una bandeja de fruta con sandia, piña y trozos de limón que por aquí se come como una fruta más acompañado todo con más te, leche o café a nuestra disposición.
La cena solíamos hacerla de 5 a 5:30 de a tarde ya que al estar tan cerca tanzania del Ecuador, amanecía sobre las 6:30 AM y anochecía a las 6:30 PM .
Dormimos esta primera noche muy a gusto, Miguel cayó en seguida y yo estuve un buen rato pensando en todo o que habíamos vivido y me costó un poco más dormirme, sobre todo con el soniquete de ciertas aves que se dedicaban “cantar”, bueno en realidad era una especie de chirrido con poco arte.


UMBWE CAVER (2900 M) BARRANCO HUT (3900 M)

A las 8 de la mañana, ya desayunados y habiendo recogido y guardado todo el material salimos hacia el segundo campamento, Barranco Hut. Este segundo día la pendiente de la subida fue muchísimo más pronunciada, con senderos de tierra y rocosos que de vez en cuando asomaban a gargantas y desfiladeros de gran altura que caían hacia el rió Lonzo si se asomaban a la izquierda y al río Umbwe si la caída era a derecha, estos ríos no se llegaban a ver a esta altura de la ruta por encontrarse muy, muy abajo, pero si era posible oír su rugido cuando te asomabas a las gargantas.
El ecosistema iba cambiando poco a poco, y paso de ser un bosque húmedo y tropical a un típico de alta montaña. Aparecieron las primeras senecias gigantes, todavía no tanto, y las primeras lovelias igualmente grandes. Pero sobre todo el horizonte se abrió ante nuestros ojos, la parte alta de kilimanjaro se dejaba ver con toda su belleza, esta segunda jornada se hizo muy amena porque en todo momento veíamos unas vistas impresionantes de kili.
A las 12:30 AM llegamos a Barranco Hut, para mi el campamento más bonito con diferencia de esta ruta, justo a los pies del Kili en su cara sur, con vistas increíbles a su cima, al Barranco Hut y a la caída de rió Umbwe hacia e este, rodeado de senecias gigantes por todos lados y con una extensión de grandísima planicie que liberaba el espacio visual, acrecentando la sensación de calma.
Cuando llegamos a Barranco Hut a las 12:30 del medio día no había nadie, los que habían dormido la noche anterior ya habían partido y los que durmieran esa noche aquí estaban por llegar, un guardia de refugio que había en Barranco Hut nos dijo que ese día se esperaban unas 70 personas llegadas de la ruta de Machame, ya he dicho antes que en este campamento se unían las dos rutas hasta la cima. Nuestro periplo solitario de dos días por Umbwe route se acababa y a partir de ahora veríamos más compañeros de aventuras de diferentes nacionalidades.
Esa noche antes de dormir tuve mis primeros síntomas de mal de altura, aunque ligeros fueron muy molestos y ya me acompañaron durante el resto de la subida apareciendo y desapareciendo intermitentemente. Los síntomas consistían en nauseas, según las tablas para el test de M.A.M estaba en un nivel bajo ( en el 1º nivel), pero para mi resultaba muy molesto y hubiera preferido cualquier otro síntoma, como un cefalea, ya que as nauseas me impedían hidratarme y comer en condiciones.

A verdad es que yo tuve mucha culpa en tener estos síntomas. Nuru, nuestro guía, nos había dicho al llegar alas 12:30 del mediodía a Barranco Hut que nos tumbáramos a descansar durante todo el día. Pero en vez de eso estuvimos haciendo un recorrido bastante amplio para reconocer todos los grupos de senecias gigantes que a Miguel y a mi nos tenían fascinados. Después de este recorrido Miguel se tumbo en la tienda y se durmió un par de horas, yo mientras seguí explorando senecias, lobelias, cuervos gigantes, barrancos, precipicios y por supuesto sacando fotos de cualquier paisaje , planta, pájaro, lagartos, porteador, bicho grande o pequeño, libélulas azules y rojas…
Incluso después de cenar a eso de las 5:30 de la tarde todavía salí de nuevo a explorar el mirador sensacional que hay junto al Barranco y que extiende la mirada varios kilómetros abajo, contemplándose entre los huecos de las nubes como se pierde el río Umbwe serpenteante entre la maraña verde que le rodea.
Mientras solo se veían tiendas y algún porteador que otro. Los demás “escaladores” descansaban para las jornadas duras que todavía quedaban. Pero para mi esto no era posible. ¿Cómo iba a dejar de explorar cada rincón de esta maravillosa montaña, de contemplar una vez más sus cielos limpios cambiándose de azul a rosa, a naranja, a rojo profundo. De ver los últimos rayos del sol que ya solo se atrevían a acariciar la cima del Kili naranja y nata.
Todavía a las 7:30 PM, noche ya cerrada, salí de la tienda ya con Miguel medio dormido y me plante con la cámara y el mini trípode en el suelo mirando al Kili, intenté hacer unas 5 o 6 fotos en modo “B”, con exposiciones de 1 o 2 minutos, para plasmar la montaña con el cielo estrellado. Pero no era buen día puesto que al ser luna nueva ( no hay nada de una) no se veía casi nada de Kili, y sin embargo la Vía Láctea casi se podía tocar de limpia y cerca que parecía la atmósfera.
Así que hubiera necesitado unos tiempos de exposiciones bastante mayores para mis propósitos. Esos 15 minutos al fresco casi me dejan tieso de frió porque salí solo con un forro, por lo que tuve que meterme con urgencia al saco.
En fin, todos estos excesos de andares, fotos, observación, emoción y más fotos hicieron que esa noche me acostara con nauseas, varias veces me desperté con las mismas sensaciones durante la noche maldiciendo el mareo. Más tarde Miguel contaría con sorna a su madre que su padre hablaba solo por la noche. La verdad es que me daba cierta envidia de mi hijo Miguel, nada más acostarse se quedaba dormido, dormía de un tirón, apenas se abrigaba dentro de saco porque tenía calor, la montaña estaba ahí, pero el era inmune a ella.
















BARRANCO HUT (3900M) BARAFU HUT (4600M)




Cuando despertamos para realizar esta etapa, las nauseas seguían molestándome, y solo e hecho de guardar todas las cosas en la mochila, recogida de sacos, aislante y demás me acentuaba las nauseas.
Después de desayunar, casi obligándome a comer algo, salimos con Nuru a las 8 de la mañana para afrontar el gran Barranco de 400m de altura, un buen aperitivo para comenzar la etapa. Cuando empezamos a subirlo solo un grupo de 4 holandeses subía ya a mitad de barranco, las demás personas que había en Barranco Hut todavía dormían. Después de 40 minutos llegamos a la parte alta de barranco un poco antes que los holandeses, que parecían algo cansados. Nuru nos explicaba con cierta inocencia, que como no hay montañas en Holanda les costaba más subir.
Había leído en muchos sitios que este barranco casi había que subirlo a 4 patas, y aunque no deja de ser una gran pared de pendiente brutal, tampoco hay que exagerar. El 95% de la subida se hace andando, eso si por escarpadas rocas, y el otro 5% necesita algún apoyo de manos que otro, pero el nivel de dificultad es pequeño en cuanto a técnica se refiere. En cuanto a la parte física es otra cantar, ya que a 4000 m de altura esta pendiente es muy fuerte. Suele tener un tiempo estimativo de subida de 1 hora.
Yo empecé la subida con sensaciones de mareo, pero a los 15 minutos el aire fresco hizo que desaparecieran por completo todos los síntomas.
El recorrido una vez pasado el barranco no dejaba de subir y bajar todo el rato, intercalado con trechos llanos. El paisaje había cambiado por completo volviéndose árido y sin apenas vegetación. Llegamos a Karanga Valley (4100m) a mitad de camino de Barafu Hut y aprovechamos para comer, en este último campamento estaba siendo desmantelado de tiendas por los porteadores que quedaban y ya habían partido los guías con los correspondientes turistas. Era un campamento feo y pelado sin apenas vegetación y poco protegido ,nada que ver con el encanto de Barranco Hut, los cuervos gigantes revoloteaban y caían en picado sobre los restos de comida. Miguel comento que menos mal que no dormíamos en este campamento, que por cierto era el último punto de agua, ya que en Barafu Hut no había.
Ya he comentado en una entrada anterior la importancia de esta etapa como día de aclimatación activa, por salir de Barranco Hut 3900 m (habiendo llegado a las 12:30 del medio día del día anterior) y llegar a Barau Hut 4600 m (permaneciendo en aquí hasta las 12:30 de la noche), lo que permite subir 700m en 36 horas o 350 cada 18horas.
Como vemos es una etapa llana pero larguísima, estimada en unas 6:30 y 7:30 horas, nosotros la hicimos en 5 horas y sin forzar. Habíamos tenido eso si, que ponernos los plumas ya que en la última parte el tiempo había cambiado, nublándose y cayendo una pequeña granizada.
Cuando nos quedaban unos 800 m para llegar a nuestro último campamento vimos un grupo de unos 12 alemanes de mediana edad ( como yo) que iban andando en perfecta fila india de ingeniería alemana, todos con sus bastones y todos a 30 cm de distancia del anterior, prácticamente ponían la pierna derecha a la vez y la izda. a continuación, Miguel y yo nos miramos extasiados ante espectáculo tan increíble, Nuru les adelantó por la derecha y ellos nos miraron porque a su lado parecíamos un tren, y no es que nosotros fuéramos muy rápidos, sino que ellos parecían que en vez de estar a 4500m estaban a 8000. Uno de ellos en perfecto español nos pregunto de que parte de España éramos y así entablamos una pequeña conversación, mientras les superábamos nos felicitó por el resultado de la selección española en el europeo y yo les di el pésame por haberes ganado en la final, a lo que siguió una carcajada general cuando el alemán tradujo a los demás. Curiosamente estos alemanes nos los cruzaríamos en nuestra bajada de la cima, siendo los protagonistas de una de las mejores fotos que hice arriba, Una fila sobre la nieve perfectamente alemana.
Cuando llegamos a Barafu Hut vimos que apenas había sitio para poner la tienda, ya que al ser el último campamento de la ruta Umbwe y Machame estaba hasta arriba de tiendas de los recién llegados y de los que todavía no habían partido hacía abajo. Nuru después de hablar con otros guías logro que le”reservaran” unos espacios de unas tiendas que estaban pendientes de desmontarse. Necesitábamos dos huecos uno para nuestra tienda y otro para la de los guías y porteadores.



Barafu Hut era un caos de tiendas hacinadas buscándose un hueco para el asalto final. Al Oeste se intuía el, kili ya que estaba nublado, al norte una gran morrena daba paso a un grandísimo desfiladero.
Cuando llegamos a Barafu estaba nevando y los porteadores con las tiendas todavía no habían llegado, así que Nuru consiguió que nos cedieran una mega tienda de organización general de otra compañía mientras llegaban los nuestros. Aprovechamos la espera para comernos las dos bandejas de dátiles (superenergéticos) que teníamos.
A poco tiempo llegaron y montaron las tiendas. De nuevo ya en reposo y sacando las cosas de la mochila volví a tener nauseas, todo lo que me sacara de la verticalidad me las provocaba.
Me obligue a tomar tres tazas de te durante el te time, ya que ese día no había bebido tanto como los anteriores por culpa de las dichosas nauseas. Tampoco comí demasiado a la hora de cenar, y me dije: bueno puede que esta noche cuando salgamos hacia la cima me encuentre más débil que otros días por estar menos hidratada y alimentado, pero ya quedaba poco y había que tirar para delante.
Nuru repaso nuestra equipación, pasamontañas, guantes, pantalones de alta montaña, gorros, frontales. Aproveche para recordarle a Nuru lo de la hora de partida hacia la cima. Yo le había pedido que calculara nuestro tiempo de llegada a la cima, para llegar justo a la salida del sol. No queríamos hacer cima de noche, como algunos, y tenernos que bajar sin ver el sol en la cima, porque mientras esperas a que salga te hielas. Ni tampoco llegar tarde con a nieve de la cima banda y dificultando e paso. Nuru nos dijo que podríamos salir a as 12:30 en vez de a las 11 o 11:30 y que llegaríamos arriba sobre las 6 AM a la cima.
Después adoptó un tono más grave y nos dijo que a la hora de salir estaríamos entre -12º C a -15º C y que haría mucho frío, incluso en la cima podríamos tener -21º C, algo que ya sabíamos pero que en aquellos momentos no nos dejo de impresionar.




MATERIAL



Esa noche preparamos nuestro equipo a conciencia durante una hora, dejándolo repartido a los lados de los sacos. Que si dos pares de calcetines, unos ligeros y los gruesos de alta montaña, las mallas de invierno de atletismo, Miguel malla y pantalón térmico encima, yo encima de de la malla un chándal, y encima de todo esto llevábamos los pantalones de gore-tex transpirable e impermeables que llegaban hasta el ombligo y tenían tirantes.
Para la parte superior tres camisetas hidrófugas, dos cortas y una de manga larga. Encima de estas un polo de manga larga de atletismo, especial para el invierno, muy caliente, y dos forros polares, uno ligero y otro grueso. Por último el gore-tex de dos capas. Este en principio era de tres capas, dos de la capa impermeable exterior y una adherida en la parte interior de un forro desmontable. Este forro lo dejamos en España, puesto que probándolo un día en Peñalara a -2º C nos empapamos de sudor porqué la relación calor evacuación no era la correcta, terminando empapados porqué estas tres capas no permitían una transpiración suficiente. Así que nos llevamos solo la parte exterior (dos capas), y encima un plumas, y aunque dudamos en llevarlos esa noche, Nuru nos dijo que los lleváramos. Luego nos vinieron muy bien.
Teníamos unos guantes buenísimos, quizá lo mejor de nuestra equipación como ya habíamos podido comprobar, estos y los sacos eran lo mejor de nuestros útiles de montaña, estos guantes resultaron ser calientísimos y sobrepasaban 15 cm. la muñeca, además de tener un cierre contra viento. Debajo de estos guantes llevábamos el medio “guante” de la manga del polo de atletismo, por lo que no nos pusimos debajo unos guantes finos de algodón.
Para la cabeza unos pasamontañas finos de poliamida y elastán, Miguel se pondría si hiciera falta otro de forro polar encima, y yo llevaba encima del fino un gorro de forro polar. Encima de estos la capucha de gore-tex integrada en la prenda de dos capas del mismo tejido
como cortavientos. Nuestras botas resultaron ser bastante calientes también.
Después de colocar todo esto, intentamos dormirnos alrededor de las 7:30 de la tarde, noche cerrada ya. Miguel, como siempre, en dos minutos estaba dormido, yo después de preparar lo mío y lo suyo tenía bastantes nauseas, decidí ignorarlas pero a los 10 minutos de estar acostado empecé a tener bastante frío. Mi déficit de de hidratación y alimentación debido al as nauseas empezaban a asomarse en forma de ligera hipotermia. Pero no podía permitirme estar unos horas perdiendo calor con lo que me esperaba, así que decidí ponerme la mitad de la ropa que más tarde llevaría y beber tres buches de agua helada que me helaron más y me provocaron más nauseas. Después de unos minutos al meterme en el saco con toda esa ropa, entre en calor y medio dormí bastante bien.

















BARAFU HUT- UHURU PEAK

Uhuru Peak (pico de la libertad), así llaman los nativos a la cima del Kilimanjaro.

A las 11:30 de la noche sonó el reloj después de lo que para mi había sido un duerme vela. Nusmun nos trajo te caliente con galletas, después fuimos vistiéndonos poco a poco, comprobando los frontales y preparando la mochila que llevaría con 2 litros de agua y por su puesto mi cámara réflex con su objetivo polivalente ( un Kilo de cámara en total), también llevaba una compacta en un bolsillo interior y tres barritas energéticas.
En la última etapa hasta la cima se nos uniría Nusmun, el asistente de guía. Así que los 4 empezamos nuestra marcha a las 12:30 con nuestros frontales encendidos en una noche totalmente cerrada al ser luna nueva.
Ya a las 11 de la noche habíamos oído a la gente marchando montaña arriba, ahora era nuestro turno.
Cuando comenzamos nuestra subida mirando hacia el Kili, se veía una inmensa oscuridad solo rota por una fila interminable de luces de frontales que se perdían a diferentes alturas de esa mancha oscura. Miras hacia arriba y ves luces lejísimos, y miras más arriba y más alto y ves luces pequeñas perdiéndose con las estrellas de tan alto. Uno piensa ¿y todos estos han salido antes que nosotros?
Empezamos andar y poco a poco, metro a metro, fuimos atrapando a los últimos de esa larga cola. En principio yo solo llevaba puesto el pasamontañas ligero, y Miguel nada en la cabeza, aunque le insistí me dijo que no le hacía falta. Los plumas nos los quitamos, porque a pesar de estar a -12ºC llevábamos mucha ropa y apenas corría una brisa ligera que unido al calor generado por la marcha se hacía perfectamente soportable.
Seguimos adelantando gente, algunos iban más lentos otros a un ritmo un poco menor que el nuestro. Nuru se empeñaba en adelantar saliéndose de los estrechos y empinados senderos, donde la tierra no era tan firme, por lo que nos suponía un gasto de energía excesivo adelantar, le dije a Nuru que adelantara cuando hubiera sitio disponible, un poco para reservar nuestras fuerzas puesto quedaba mucho. Miguel cuando adelantábamos iba todo altanero, como pavoneándose de su poderío, la verdad es que iba sobrado, estaba comido, bebido y sobre todo dormido como si lo hubiera hecho en su propia cama.
Además enseguida empezaron a aparecer roderas de hielo de un metro de altura a los lados del sendero. En cuanto a mi, aunque estaba bien cardiovascularmente y muscularmente, seguía preocupado puesto que las nauseas seguían mortificándome por momentos. No le dije nada a Miguel para no preocuparle y que siguiera con su moral de hierro.
Decido ignorar las nauseas y no mirar el reloj en toda la noche para no apremiarme con el paso del tiempo.
¡Horas a mi las que me echen!
Un efecto curioso de subir de noche y más si es noche cerrada, es el efecto túnel que se produce. No hay referencias visuales de la montaña, no ves lo que queda, ni si quiera la siguiente cota visual, tampoco ves lo que llevas aunque lo intuyes, solo ves dos metros de suelo iluminado por tu frontal por uno de ancho. Este efecto hace que las distancias parezcan mayores, ya que no vas viendo “pasar” el paisaje, las rocas, las nubes, las lomas sucesivas. Solo ves las piernas del de delante y tus pies, así casi 6 horas, a un ritmo suave que invita a dormirse, si no fuera por el frío.
En esta última etapa la pendiente es brutal todo el rato, esta es la verdadera subida, solo habíamos traído unos bastones y los usaba Miguel, aunque en esta última etapa solo los usó para bajar.
De vez en cuando una parada para coger aire apoyados en una roca. Nos ponemos los plumas puesto que según ascendemos el viento se hace más fuerte y hace más frío.
Suben muchos guías con el guía al frente cantando canciones swahili muy rítmicas y repetitivas, apropiadas para el tipo de actividad. Nuru no canta, pero nos pregunta que tal vamos y le contestamos que bien, yo disimulando no vaya ser que me mande para abajo con Nusmun. Todos beben agua yo no puedo con las nauseas, y parece que este “viaje de 6 horas va a ser así todo el rato.
Me mentalizo para convivir con las nauseas hasta el final, los minutos y las horas pasan y el sueño, el frío, las nauseas y la hipoxia me meten en unos pensamientos cíclicos sobre “lo mío”, en un sueño despierto o borrachera de las alturas:
Las nauseas ya no las ignoro, están conmigo, paso al pensamiento introspectivo igual que en mi mejores maratones, las nauseas están conmigo, “bueno ¿y que? , cuantas veces he echado la pota en alguna carrera y luego he seguido corriendo y sin poder parar el ritmo y con un umbral de dolor mayor que esto. Esto es un paseo, son solo nauseas, seguramente si vomito me siente mejor, pero no pienso perder líquidos… y seguramente después de vomitar siga con nauseas ya que al ser síntomas del mal de altura no se irán estas malditas nauseas.
Que bien va Miguel, se le ve fenomenal, menos mal que soy yo el que esta mareado y no el, que suerte. Seguimos adelantando gente pero tengo nauseas, ya llevamos mucho tiempo andando, los guías van cansados, Primero Nuru, luego Miguel y yo detrás observándole y cuidándole, detrás de mi Nusmun cuidándonos. Tienen caras de cansados, se ven luces por arriba, muy arriba, siempre se ven luces muy arriba, muy lejos, serán los que salieron a las 11 de la noche. Cuidado hay un tramo de hielo en e suelo con más hielo más alto a los lados, que bonito, hay que andar con cuidado, resbala Nuru pero pone mano al suelo, que despacio van estos dos japoneses un paso cada 15 segundos, van a llegar mañana, alguien grita 500m metros más arriba, me encuentro mejor, me bajo el pasamontañas y entra aire fresco, mejor, si mejor, los gritos son de esas luces pequeñitas que se ven muy arriba, llevamos mucho y se ven luces muy arriba, que bien ahora sentados en esta roca, se ven las estrellas tan cerca, todas, muchísimas. Cada vez sopla más el viento, Miguel lleva puestos los dos pasamontañas y la capucha del gore-tex, la cremallera del plumas cerrada hasta arriba, que frío si nos paramos, solo un poco, cada vez que paramos recuperamos el aliento, que carita de sueño tiene Miguel, como me pesa esta mochila con el camarón y los dos litros de agua dentro que yo no he probado. Que solos estamos ahora la gente está más dispersa, o muy por detrás o por delante. Me da igual lo que quede esto es un paseo y en cima se me pasan las nauseas. Toma ya, sin nauseas puedo bailar una jota aquí mismo. Cuanto tiempo andando, me voy a arriesgar a mirar el reloj, seguro que llevamos mucho, espero. Las 4:45 de la madrugada, Miguel las 4:45, me había preguntado tres horas antes y no se lo dije, solo nos queda una hora de oscuridad, me encuentro fenomenal, no nauseas, no problem.
-17º C, pero seguimos bien, muy bien, aunque Miguel lleva un paso más cansado, los brazos caídos, gesto típico suyo de cansancio, le toco con mi palma la espalda y luego la nuca, ¡ya estamos Miguel, ya estamos. Mi niño…

Por fin llegamos a Stella Point 5720 metros, la base del crater, el cielo en ese momento todavía negro, anuncia un pequeño claro por el este, solo nos queda bordear por la parte sur del cráter, van apareciendo a nuestra vista los glaciares del cráter: Southern, Northem, Eastern Icefield, Decken, Rebmann, Ratzel, Balletto..., todavía entre sombras.
A 150 metros de la cima
del punto más alto de África, vimos un grupo de unas 5 personas haciéndose fotos en el cartel anunciador de los 5895 metros, asomaba en ese preciso momento una línea de sol en el horizonte, por encima de un suelo de nubes infinito, este brazo de sol hizo que los glaciares resplandecieran como lámparas, gloriosos, majestuosos, azules como aguamarinas o naranjas topacio.
Miguel y yo aceleramos el paso para llegar antes, después de Stella Point el camino y la pendiente por senderos de nieve y hielo se hacía más fácil, pensé que Nuru y Nusmun nos dejaban tomar la cabeza por cortesía estudiada para que nosotros llegáramos primero, pero llegué a la conclusión de que ellos seguían al mismo ritmo y los que íbamos acelerados éramos nosotros por el entusiasmo de llegar. Después de todo para ellos sería una ascensión más.
Por fin llegamos y me emociono más por Miguel que por mí, y aunque tiene aspecto de cansado no se ha quejado ni un segundo. Nos abrazamos en la cima y contemplamos el espectáculo impresionante a nuestro alrededor, cielos que se proyectan hacia el infinito como una alfombra de nubes anaranjadas, y un cráter de una belleza sorprendente, ninguna foto puede hacer honor a lo que se ve en vivo. Saco la cámara reflex y le digo a Nuru que nos hagan una foto en la cima. Nos quitamos los plumas y el pasamontañas para la foto y con la euforia nos olvidamos del frío. Después cogí mi cámara y me dedique a sacar fotos de los glaciares, esperando que la hipoxia no mermara mis facultades para manejar la reflex. Después de los glaciares estuve sacando fotos del inmenso cráter de 6 km de diámetro. La temperatura seguía siendo muy baja, pero la salida del sol y el hecho de que no soplara apenas el viento hacia que fuera medianamente soportable.
Empezamos a bajar recreándonos de nuevo en los majestuosos glaciares y en el cráter, nos cruzamos con una pareja de japoneses con su guía, luego unos holandeses con su banderita correspondiente. Sigo haciendo fotos de Miguel con Nusmun o de Miguel frente a los glaciares, el no hace ninguna ya que nos hizo una a los dos guías y a mi quitándose los guantes para ello y se le ha helado una mano, por lo que prefiero que siga recuperando calor en a misma. Sigo haciendo fotos de los glaciares del cráter, de repente aparecen por el fondo del mismo tres hombres como tres hormigas que luego resultarían ser norteamericanos. Una foto más al grupo de 12 alemanes que nos encontramos en Barafu Hut, siguen con su fila perfectamente marcial hacia la cima, pero aquí entre los hielos luce más. Seguimos bajando y ahora nos encontramos de cara con el otro pico alto del Kili, el Mawenzi. Hay que comentar que e Kilimanjaro tiene tres picos por donde vertía lava cuando estaba en activo hace 750000 años: el Shira, el Mawenzi, y el Kibo ( este último es el mas alto y el central, la cima). El Mawenzi se erguía al trasluz adornado con una nube caprichosamente curvada en su pico.
Llegamos a Stella Point y empezamos a bajar la empinada pendiente, primeros por los senderos rodeados de hielo a los lados, luego pudimos dejarlos y bajar por las larguísimas morrenas, a ratos andando a ratos corriendo. Empezamos a quitarnos la ropa, en parte por el sol, en parte por el calor generado a bajar.
En 1h:30 llegamos a Barafu Hut, descansamos durante una hora y tomamos algo de comer después de recoger, yo no demasiado porque al guardar el material me habían entrado de nuevo nauseas.
Miguel me había dicho que le dijéramos a Nuru si era posible bajar en un solo día hasta Mweka Gate, en principio esta bajada estaba programada en dos días, primero desde Barafu Hut (4600 m) hasta Mweka Hut (3100 m), desde aquí a Mweca Gate (1850 m) al día siguiente. Tanto Miguel como yo queríamos estar con Marga, Pablo y Hugo lo más pronto posible, y si lográbamos bajar en un día tendrían que estar menos tiempo solos, eso si la jornada tendría un total de 28 km entre la subida a la cima y la bajada a Mweka gate.
Nuru nos había dicho el día anterior que no había problema, pero hoy se echaba para atrás, después de insistirle un minuto Nuru estuvo de acuerdo en emprender la marcha hasta Mweka gate.
En cuanto bajamos 500 metros desaparecieron para siempre las nauseas, y toda a sed atrasada y contenida apareció repentinamente, por lo que me bebí un litro en 30 segundos. Después de pasar por Mweka Hut empego a llover durante una hora, después salio el sol con mucha fuerza a la vez que empezaban a asomarse bellísimos y verdes paisajes, habíamos dejado atrás las tierras áridas.
Después de una jornada de 28 Km. empezada a las 12:30 de la madrugada, llegábamos a Mweka gate a las 4:30 de la tarde. Allí nos entregaron los diplomas y rellenamos nuevos formularios.
A as 5 de la tarde llego el todoterreno que nos llevaría al Keys hotel, nos montamos en el con los guías, porteadores y el cocinero. Otra vez bajamos por una pista que a ambos lados estaba llena de vida de las gentes asentadas a los pies del Kili, y aunque cansado, no se me escapó ni un detalle de la fuerza de este camino. La pista de Mweka gate atravesaba grandes plantaciones de café y en su senda estaba sembrada de mil memorias que contar y fotografiar.
Llegamos a la entrada ajardinada del hotel y llegó la hora de las despedidas y de las propinas.











PROPINAS EN EL KILIMANJARO

En Tanzania es obligatorio contratar la “escalada” al Kilimanjaro con una empresa de allí, o una europea que contrate los servicios de esta, uno no puede subir por su cuenta. Esto deja grandes beneficios al pueblo Tanzano, pero casi todos esos beneficios se los llevan las agencias tanzanas que apenas pagan unos míseros $ a los guías. Así que el sueldo de esta gente depende muchísimo de las propinas, que no son opcionales. El que haya pagado un dinero a una agencia tanzana o europea, deberá hacer un presupuesto aparte para pagar las propinas correspondientes al final de la ruta. Normalmente las cantidades son más o menos estándar para cada nivel jerárquico, según sean porteadores, cocineros, asistente de guía o guías. A julio del 2008 los guías unos 15 $ por día trabajado, al asistente de guía de 10 a 12 $ por día, al cocinero unos 10 $ por día, y de 5 a 7 $ a cada uno de los porteadores por día. Luego estas cantidades pueden variar para mejor, dependiendo de la satisfacción en el trato y servicios recibidos. Estas cantidades se pagan entre todos los componentes de la escalada, por lo que siempre saldrá más barato pagar el montante total entre una cordada de 10 escaladores que de uno, aunque también se necesitan mayor cantidad de porteadores, el guía, asistente de guía y cocinero, que se llevan la mayor retribución, siguen siendo uno. En nuestro caso nos salía unas cantidades de 75$,60,50 y 2x30$ (dos porteadores) de mayor a menor orden jerárquico, en total 245 $. Pero decidimos pagarles 300$ por su dedicación y preocupación en todo momento. Para nosotros esto era un pastón, sobre todo porque salía de una sola cartera, la del padre, el que les habla. Pero ya teníamos asumido ese presupuesto o un poco menor. Además pronto descubrimos que había momentos, lugares y personas donde había que dejar el regateo a un lado, primero como reconocimiento por el trabajo bien hecho y luego porque en un país tan pobre como este, el regateo de medio dólar era doloroso.

A Nuru y Nusmun también les regalamos nuestros plumas. Es costumbre regalar ropa a los guías o porteadores, puesto que no siempre disponen del mejor material, de hecho Nuru y Nusmun iban la madrugada de la cima con las manos en los bolsillos porque sus guantes eran muy precarios. Tenían prendas de gore-tex que les habían regalado en otras expediciones, pero nosotros decidimos regalarles los plumas en agradecimiento a su compromiso durante todas las jornadas y sobre todo la última y fría noche. Les dimos la mano uno por uno y les deseamos buena suerte: “Good luck in your life”.
Dentro de dos semanas subirían por Marangu route con cinco coreanos.


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